viernes, 23 de noviembre de 2012

Volver con la frente marchita



   -Roberto, despierta. Son las 8: oo –gritó Sandra y se acercó hasta la cama con un mate amargo, para él era muy necesario el primero de la mañana. Solo tomaba en mate porongo y sin una pisca de azúcar.
   Luego de haber tomado el primer mate, el hombre se levantó, y siguió tomando acompañado de su fiel esposa Sandra. Puso el disco preferido de Carlos Gardel, en el cual su tema más deseado era  “volver”.
    Comenzó con los preparativos para ese día a la noche. Era sábado, había organizado un asado con su familia y amigos para comunicarles que se iría del país. Le había salido una propuesta de trabajo en Francia.
   Luego de finalizar el disco, que ya tantas veces había escuchado y de tomar una incontable cantidad de mates, se levantó y fue a sacar el auto para ir hasta la carnicería.
   -Sandra, tráeme el celular, está arriba de la mesa de luz al lado del retrato del general -exclamó desde el auto con la mirada fija en el espejo retrovisor. Ella se acercó, le llevó el celular. Lo miró y le dijo: -extrañaremos esto.
   -¿Esto? ¿Qué cosa?-Preguntó Roberto.
   -Esto, el mate, los asados, vivir en las tierras que defendieron e hicieron grande personas como el general y Eva Duarte.
   -No me importa nada de eso, mis abuelos eran nativos de sus tierras y los echaron si que nada de todo eso importe.-Respondió el hombre.
   Ya eran las 10:30, debía ir a comprar la carne, él tenía su carnicería preferida, la de Pepe, un hombre de unos 60 años, un poco renegado pero entretenido. Vendía los mejores chorizos y la mejor tira de asado.
   -¿Así qué se va?  ¿Será este el último asado Argentino? Preguntó Pepe.
   -No me jodas Pepe, ya me estoy poniendo melancólico, pero sí, es verdad. Todo esto me tiene un poco podrido, no aguanto más estar acá. Mi señora no quiere, deberá adaptarse, no quedará otra-agarro el vuelto y se retiró.
   Llegó la hora, el fuego está prendido, la gente sigue llegando. Son demasiados, el tentador olor de la carne, ya a punto de dorarse, comienza a cruzar las medianeras e invade los fondos de los vecinos.
   La reunión llegó a su fin, todos se retiraron. Mañana sale el avión rumbo a Francia, todo queda atrás, la nueva vida llega, los cambios totales de cultura, idioma y hasta formas de pensar van a cambiar. Es inevitable. Se fueron a dormir, debían levantarse a las 4 de la mañana. El avión sale a las 7:00.
   El momento llegó, estaban en el aeropuerto, eran ellos solos, con una mirada al momento de partir se daban cuenta de todo lo que dejaban y Sandra en el fondo sabía que no quería irse. A Él se lo veía seguro.
   Al llegar a la gran ciudad de Paris, todo parecía maravilloso, para él. Ella estaba cada día más confundida, no podía superar la separación de lo que la identificaba, no tenía nada de lo que disfrutaba, no podía discutir sobre cultura, política, futbol; o cualquier otro tema que identifique a los argentinos.
    Roberto si había llegado a acostumbrarse, llevaban dos menes en el país. Cuando un día Sandra decidió proponerle la vuelta. El sin dudar, al ver que perdería lo único que le quedaba, que era su mujer, decidió pensar en la idea que le propuso su mujer.
    A la mañana siguiente, una mañana sin mates, llamó a su esposa que en ese momento dormía y le dijo:- No sé qué hacemos aquí, no me identifica ni la forma de hablar, me siento vació. Regresaré con la frente marchita a mi Argentina bonita- y abrazo a su mujer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario