-Roberto,
despierta. Son las 8: oo –gritó Sandra y se acercó hasta la cama con un mate
amargo, para él era muy necesario el primero de la mañana. Solo tomaba en mate
porongo y sin una pisca de azúcar.
Luego de haber
tomado el primer mate, el hombre se levantó, y siguió tomando acompañado de su
fiel esposa Sandra. Puso el disco preferido de Carlos Gardel, en el cual su
tema más deseado era “volver”.
Comenzó con los preparativos para ese día a la
noche. Era sábado, había organizado un asado con su familia y amigos para
comunicarles que se iría del país. Le había salido una propuesta de trabajo en
Francia.
Luego de finalizar
el disco, que ya tantas veces había escuchado y de tomar una incontable
cantidad de mates, se levantó y fue a sacar el auto para ir hasta la
carnicería.
-Sandra, tráeme el
celular, está arriba de la mesa de luz al lado del retrato del general -exclamó
desde el auto con la mirada fija en el espejo retrovisor. Ella se acercó, le
llevó el celular. Lo miró y le dijo: -extrañaremos esto.
-¿Esto? ¿Qué cosa?-Preguntó
Roberto.
-Esto, el mate, los
asados, vivir en las tierras que defendieron e hicieron grande personas como el
general y Eva Duarte.
-No me importa nada
de eso, mis abuelos eran nativos de sus tierras y los echaron si que nada de
todo eso importe.-Respondió el hombre.
Ya eran las 10:30,
debía ir a comprar la carne, él tenía su carnicería preferida, la de Pepe, un
hombre de unos 60 años, un poco renegado pero entretenido. Vendía los mejores
chorizos y la mejor tira de asado.
-¿Así qué se va? ¿Será este el último asado Argentino? Preguntó
Pepe.
-No me jodas Pepe,
ya me estoy poniendo melancólico, pero sí, es verdad. Todo esto me tiene un
poco podrido, no aguanto más estar acá. Mi señora no quiere, deberá adaptarse,
no quedará otra-agarro el vuelto y se retiró.
Llegó la hora, el
fuego está prendido, la gente sigue llegando. Son demasiados, el tentador olor
de la carne, ya a punto de dorarse, comienza a cruzar las medianeras e invade
los fondos de los vecinos.
La reunión llegó a
su fin, todos se retiraron. Mañana sale el avión rumbo a Francia, todo queda atrás,
la nueva vida llega, los cambios totales de cultura, idioma y hasta formas de
pensar van a cambiar. Es inevitable. Se fueron a dormir, debían levantarse a
las 4 de la mañana. El avión sale a las 7:00.
El momento llegó,
estaban en el aeropuerto, eran ellos solos, con una mirada al momento de partir
se daban cuenta de todo lo que dejaban y Sandra en el fondo sabía que no quería
irse. A Él se lo veía seguro.
Al llegar a la gran
ciudad de Paris, todo parecía maravilloso, para él. Ella estaba cada día más
confundida, no podía superar la separación de lo que la identificaba, no tenía
nada de lo que disfrutaba, no podía discutir sobre cultura, política, futbol; o
cualquier otro tema que identifique a los argentinos.
Roberto si había
llegado a acostumbrarse, llevaban dos menes en el país. Cuando un día Sandra
decidió proponerle la vuelta. El sin dudar, al ver que perdería lo único que le
quedaba, que era su mujer, decidió pensar en la idea que le propuso su mujer.
A la mañana
siguiente, una mañana sin mates, llamó a su esposa que en ese momento dormía y
le dijo:- No sé qué hacemos aquí, no me identifica ni la forma de hablar, me
siento vació. Regresaré con la frente marchita a mi Argentina bonita- y abrazo
a su mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario